Ramos Alderete
No hay nada más hermoso que un palacio de música para coronar la ciudad de Vilnius. Un instrumento musical situado en lo alto de Taura Hill que expanda la música sobre toda la ciudad, haciéndola presente.
Como si de un faro se tratara, el proyecto se presenta como faro luminoso, como referencia en sus vistas, con la intensidad y la fuerza de la música congelada en expansión pero también con la sutileza y la serenidad que le proporciona su materialidad, ese vidrio hielo que recoge el estado de ánimo del cielo y, por tanto, de la ciudad. En según qué horas, el Concert Hall desaparece, como la música suave. Otras veces, las noches de concierto, los días soleados, resuena con sus dedos apuntando a la ciudad en un gran abrazo. Puede que a veces aparezcan solo los ojos que miran como un suave punteado o por el contrario parezca un iceberg varado en lo alto de la colina.
El mirador mirado y las manos abiertas
La relación del nuevo National Concert Hall con la ciudad es recíproca. Se integra de forma delicada en la silueta de Naujamiestis, con su fachada blanca que toma los colores prestados del cielo. Pero al mismo tiempo, devuelve, a todos los que lo miran una mirada, sus ojos proyectados sobre la ciudad, sus dedos que se estiran para acercarse, para tocarla. Las miradas de la gente y las miradas del edificio se acercan como en un baile de miradas cruzadas, de insinuaciones y de atracción.
A la vez, Los dedos del National Concert Hall abrazan la ciudad al norte, se abren en un gran abrazo que pretende recoger a todos. Debajo del edificio esos dedos se entrelazan en los dos volúmenes en los que se divide el edificio, separados pero conectados, por entre los que se puede caminar. Un edificio que es símbolo de paz, de unidad en la singularidad, del hermanamiento que produce la música a quienes la oyen, igual para todos ellos.
Se estabecen una serie de direcciones principales, lugares dinde mirar: las nuevas torres, The National Theatre y Mazasis Theatre, la National Opera Theatre, The National Library, The Academy of Musica and Theatre. Se asume el eje de la plaza Lukiskes que rompe el edificio en dos en su entrada
Taura Hill. El espectáculo de la ciudad y la colina de la música
Los que amamos la música sabemos que, cuando se acude a un concierto, la llegada también es importante. Que la influencia de la música no pertenece solamente al momento en el que se escucha: también conquista la expectativa, el acercamiento, y al finalizar la vuelta y la memoria. Es por ello que Taura Hill y el nuevo Concert Hall deben estar íntimamente relacionados. Como lugares públicos abiertos a la ciudad, estableciendo una relación de simbiosis el uno con el otro de manera que los dos salgan beneficiados.
El Concert Hall se erige como retablo y fondo de Taura Hilla. Bajo él, las colinas se ofrecen como un lugar de ocupación público. Una serie de piezas alargadas de piedra blanca de longitudes diversas conquistan la colina proporcionando pavimentos, escaleras y bancos que permiten la subida al National Concert Hall. Pero también gradas para actuaciones espontáneas, para que la música salga a la ciudad en una explosión similar a la de los dedos del edificio. De esta manera la colina se convierte en una extensión del Concert Hall, pero también en un Concert Hall en sí mismo, de ocupación espontánea, en el que pueden convivir niños jugando, músicos callejeros, ensayos de cuartetos, gente leyendo, mirando, hablando. Suaves pendientes cruzan la colina en una promenade alternativa.
El espectáculo de la Taura Hill empieza desde abajo con la ocupación espontánea y termina enel retablo con las manos entrelazadas del Concert Hall, corona del espectáculo de la ciudad.
Se integran todos los elementos que se proponen en el excelente estudio que se ha propuesto ya para Taura Hill, que se respeta al máximo y apenas se sugieren modificaciones que aseguren la versatilidad de usos y la ocupación de la colina. Se procura la accesibilidad a todos los lugares funcionales de la colina y se salvaguardan las pendientes existentes para que ni cambie la imagen ni sus fantásticos usos actuales, como el de pista para deslizarse en trineos.
La cueva de hielo
Arriba, una plaza mirador pública recoge todos los flujos de visitantes, que se entretienen bajo los dedos del Concert Hall. Allí se encuentran las entradas al Concert Hall, en el nudo entre los edificios-manos-ojos. Esta plaza, lugar de encuentro, de increíbles vistas y protegida por el propio edificio asume la función de umbral y límite ambiguo, en el que disfrutas ya del edificio aunque no hayas traspasado ninguna puerta. En invierno acogerá en su lado oeste la pista de hielo, hecha casi del mismo material de la fachada que, refugicada en esa cueva de hielo, mira a la ciudad mientras las parejas patinan y suena la música.
Silencio
Al lado sur, silencio. La llegada tranquila y discreta. El flujo de coches desaparece bajo tierra, mientras que el flujo de gente se desliza, casi sin darse cuenta, entre los dos volúmenes que entrelazan sus dedos, habitando los intersticios. Hacia el cementerio el National Concert Hall muestra su lado más sereno y se presenta como un volumen sencillo, limpio, sin peso gracias a su fachada de vidrio blanco traslúcido que devuelve la imagen del talud natural, de los árboles y del cielo. Sabemos que los silencios son tan importantes como la música.
Autor: Ramos Alderete
Sitio web: www.ramosalderete.com
Ubicación: Vilnius, Lituania.
Año: 2019
Concurso: National Concert Hall.