160 dwellings,

Sandra Juan+Antoni Garcés

La dualidad de la construcción y el vacío es lo que estructura la ciudad y es el valor de los espacios vacíos lo que da sentido a la arquitectura. La capacidad del sistema para crear vacío, para crear transiciones, visuales, espacios; lo convierte en el método ideal para buscar un encaje de los núcleos en el lugar.

El edificio está construido con un sistema de núcleos de soporte de hormigón armado. Estos núcleos estructurales contienen todo lo que es inamovible liberando así el espacio entre ellos. Este espacio se convierte en un fluido en constante movimiento creando una nueva forma de vida flexible. Aquí está el usuario que decide cómo quiere vivir y qué necesita para hacerlo. El sistema se diferencia de una malla por no seguir un patrón regular y es esta característica esencial la que le da mucho más interés a la arquitectura, ya que de esta manera el encuentro con el vacío urbano se realiza de una manera mucho más natural, con una escala correcta.

El sistema abstracto es en sí mismo un proyecto que se puede aplicar a cualquier lugar, pero esto no implica que cada sitio no obligue al sistema a adaptarse a él y a construir espacio. El encaje entre Can Ricart y el Eixample sigue sin resolverse y en este punto de tensión el sistema debe responder a una serie de premisas como una buena orientación solar, una correcta alineación con la prolongación de Cerdà y la no interrupción de la constelación de pequeñas plazas de Can. Ricart. La porosidad del sistema permite el paso por el edificio como un nuevo umbral entre las calles del Eixample y los restos de Can Ricart.

Una vez adaptado al emplazamiento, el sistema se divide en las distintas viviendas. No existe una tipología fija por lo que prácticamente todas las casas son diferentes en extensión y características manteniendo así la idea de espacio fluido y cambiante. La compartimentación entre viviendas no es permanente y es esta condición efímera la que permite una gran variabilidad en el tiempo del edificio que en definitiva puede lograr una distribución interior completamente diferente y lo que es más importante, más beneficiosa para el usuario. De la misma forma que el espacio interior es variable, la sección va cambiando. La irregularidad de la planta baja se transmite al resto de plantas mediante dobles y triples alturas, grandes pasajes de calle y una gran variabilidad de situaciones que dan ligereza al edificio y evitan la monotonía de su pesada arquitectura y sus contundentes ritmos verticales.

El edificio, como continuación del parque Jean Nouvel, se coloca sobre la topografía. Una manta verde que crea nuevas actividades pioneras en el barrio en la planta baja. Los núcleos que en los pisos superiores fueron el lugar de todo lo inamovible son espacios polivalentes que generan actividad y devuelven a Can Ricart su espíritu de lugar de creación y refugio de artistas y artesanos.
La topografía de la planta baja empuja hacia arriba los planes urbanísticos de encuentro creando en la segunda planta del edificio una serie de espacios públicos accesibles desde los núcleos que sirven como lugar de encuentro y ocio para los vecinos del edificio. Estos espacios comunes son todos diferentes dándoles así una identidad propia y dando lugar a una variedad de actividades.

La buena orientación al sol ya avanzaba como una de las premisas del sistema. El clima mediterráneo no puede ser ignorado por el edificio y por eso el sistema responde a la orientación con dos tipos de fachada. La fachada que da al sol es siempre una galería. Una ampliación de la cámara de aire entre las ventanas que da a la vivienda la posibilidad de tener una terraza en verano y la posibilidad de captar la radiación solar en invierno. Las fachadas orientadas al norte reducen en gran medida la cantidad de vidrio en contacto con el exterior para evitar pérdidas excesivas de calor en invierno.

Autor: Sandra Juan+Antoni Garcés
Ubicación: Barcelona, España.
Universidad: ETSAB.
Año: 2018