Antes todo esto era campo,

Jorge Muñoz Bonet

La urbanización las Pilillas es un ejemplo más del nuevo paisaje manchego. Un paisaje ecléctico en el que, paradójicamente, se ha perdido la singularidad. Un memorial de una borrachera ladrillera que vino desde más allá de la A-4.

La visión romántica de “La Mancha”, de esos pueblos tradicionales, casas de labor o casas-cueva que pertenecen ya a un modo de vida rural “caricaturizado”, inspirados, más bien, en películas de Paco Martínez Soria o del célebre documental ‘Las Hurdes, tierra sin pan’ de Luis Buñuel… dejó de ser lo que era. Junto a la autovía CM-45 se encuentra el pueblo de Pozuelo de Calatrava, provincia de Ciudad Real, un pueblo más, entre tantos otros del entorno, sin peculiaridades.

Pueblos como éste, han sufrido una mutación impuesta, distanciado de un crecimiento natural e ignorando el tejido rural. Así surgen los “vacíos rurales”, terrenos urbanizados sin construir o un sinfín de parcelas edificadas en estado de abandono. La urbanización “Las Pilillas” es claro ejemplo de ello, una promoción fantasma de 54 viviendas que alcanzan más de 200m de largo y que se exhibe como una frontera entre el campo y el pueblo, pero dejando tras de sí un gran ‘terrain vague’ baldío y sin uso, donde surgen ‘terceros paisajes’. Se toma una posición realista, de trabajar con lo que hay, pensando en contribuir al bienestar de la gente. Se revitalizan los ejes naturales del pueblo y se conecta a las Pilillas con el mismo.
Estas infraestructuras inertes dañan el paisaje, pero su impacto en el terreno no tiene porqué ser en balde.

Se contempla esta urbanización como parte del paisaje, un capital termodinámico, una fuente de energía que espera ser transformada.
Por tanto, el objetivo de este proyecto es intervenir la construcción especulativa, mediante una arquitectura permeable que se desarrolla y apoya sobre la misma promoción. Se trata de un aporte material a la tradición desde la contemporaneidad, donde la estructura introduce una nueva escala sobre el entorno genérico. Se propone una nueva arquitectura que reinterprete los valores olvidados de lo popular mediante el lenguaje tecno-ruralizado que encontramos en el actual paisaje manchego, una nueva arquitectura más maquinista que tenga un contacto inmediato con la realidad, con el fin de ser una parte más de una serie de transformaciones en el tiempo, en donde los límites de los usos se difuminan.


Por lo que, aquel terreno baldío entre la promoción y el pueblo, se interpreta ahora en clave de ruralidad, entendiendo este lugar como el gran patio trasero de la casa tradicional, desde donde admirar la verticalidad del edificio y la horizontalidad propia del pueblo. El acceso se realiza mediante una plaza a menor cota desde donde observar la sistemática repetición de las viviendas. Creando una escenificación de este memorial del boom inmobiliario, como si de un mausoleo para un cementerio se tratase. Su sencillez constructiva marca la vuelta a los principios en los que construcción y forma se muestran tal y cómo son, donde la perspectiva formal y funcional permite entender el edificio como una simple pieza, sin recurrir a características excepcionales: únicamente de pilares prefabricados, mallas metálicas, chapas onduladas, sistemas de policarbonato…se expresan en este lenguaje “tecno-ruralizado”.
Y además, el uso de estructuras prefabricadas que únicamente requieran de un ensamble de piezas atornilladas o apoyadas, posibilita un no abandono del material.

Un método racional, sujeto a priori a condiciones formales, define los tipos que se encuentran en el interior, basados en una estereometría simple: esfera, cubo…, fijan las siluetas de estas formas que han perdurado a lo largo del tiempo. Es así como se proponen estas piezas, de diferentes espacios donde puedan darse la disponibilidad de cualquier uso, capaces de soportar modificaciones. Donde poder albergar un gran espacio disponible, un laboratorio agrícola o una sala de exposiciones. Éstas se ayudan de la estructura prefabricada del edificio para sostenerse. Se conciben con una materialidad inspirada en esas arquitecturas servidoras aisladas en los pueblos: como gasolineras, cabinas de obra…, que basan su construcción en un sistema prefabricado de cubierta y recubrimiento en chapa. Por último, en la cubierta se alberga un genuino disfrute del lugar, donde poder admirar y valorar este nuevo y viejo paisaje manchego.


La intención de este trabajo es que la adaptabilidad de la arquitectura permanezca en el tiempo. Es decir, como parte de una serie de transformaciones en la que se difuminan los límites del uso, lo que antes era campo, y hoy es una ruina inmobiliaria, mañana puede convertirse en una gran nave, desde un centro cultural hasta un centro de acogida, pasando por un parking.

Y es que en definitiva, este es un proyecto que trata de romper con la idea estancada de la vida del campo, rechazar la visión pintoresca y caricaturizada que ignora los problemas reales de estos territorios. De esta manera, bajo un pensamiento que acepta la realidad de estos lugares tal y como son, podemos dar una respuesta a una España rural que demanda una revisión de promesas pasadas… para aquellos que habitan… en este nuevo paisaje manchego.

 

Autor: Jorge Muñoz Bonet.
Link vídeo del proyecto: youtube.com/antes-todo-esto-era-campo/
Sitio web: jorgemu.net
Ubicación: Castilla-La Mancha, España.
Universidad: Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, ETSAM.
Año: 2021