Ex-Silo,

David Hernández-Cornejo

El exilio de los silos y su nueva transmutación es tan solo el principio, el proceso de la desindustrialización costera de Lisboa comienza aquí.

Al igual que otras ciudades del mundo, Lisboa se mantuvo como una de las capitales costeras con mayor influencia marítima de todos los tiempos. En tanto es así, que a mediados del siglo XIX y con la llegada de la revolución industrial a Portugal, la ciudad modificó todo su litoral con nuevos terrenos, que poco a poco, fueron adaptándose con la llegada de nuevas empresas manufactureras. Hasta tal punto, que a partir del año 1871 se creó un nuevo terreno industrial ganado al mar. Esta gran losa de hormigón anclada al fondo marino fomentó la llegada de nuevas industrias de todo tipo, hasta que finalmente, consiguieron cerrarnos el paso. Una barrera física, visual e infranqueable.

Llegados a un tiempo en donde este uso industrial no requiere de tanto espacio en la ciudad, las administraciones acaban impulsando una serie de demoliciones selectivas sobre algunos de estos hitos industriales. Sin embargo, los residuos y los costes de esta iniciativa no acaban de ajustarse a la sostenibilidad actual. Por esto, buscamos la creación de un nuevo espacio capaz de aportar actividades y beneficios, sin perder la historia de sus ruinas. Buscamos una nueva porosidad urbana.

En la búsqueda de una salida de la población al estuario, llegamos a la freguesia de Beato, un ámbito urbano localizado entre el centro histórico de Lisboa y el nuevo Campo de las Naciones. Anclado en un pasado puramente mercantil y productivo, se encuentran los vestigios de la antigua empresa almacenadora Silopor que, por decisiones empresariales, decidió trasladar su sede principal a Trafaria ubicada en el borde del estuario. Su infraestructura principal se basaba en elementos contenedores para el almacenamiento de granos, morteros y líquidos de baja densidad. Así, movilizaron toda la maquinaria provista de estructura metálica, pero tuvieron que abandonar su gran edificación.

Un conjunto de 60 silos de hormigón armado en esquema de T que, divididos en dos hileras de 21 metros de ancho, colonizan el espacio visual alcanzando los 40 metros de altura en su cabeza, conformando así una muralla para el espectador. Construidos mediante un encofrado deslizante, se encuentran sobre una losa de cimentación de metro ochenta de canto anclada a su vez sobre el terreno expropiado al estuario. Sobre esta infraestructura se plantea una transmutación de la ruina y un nuevo emplazamiento permeable al público, todo ello atendiendo a las acciones de un usuario clave: el prosumidor.

Este tipo de usuario, involucrado en la producción de los servicios y los bienes, será el encargado de generar una actividad circular, capaz de expandirse a distintos entornos de mayor escala. Este ciclo, desencadenará a su vez los mecanismos de transmutación de los silos: la captación de una idea, su creación o materialización y la exhibición final, pudiendo ser objeto de nuevos intereses para otros. De este modo, ejecutaremos una intervención en todo el emplazamiento con la intención de captar y atraer al mayor número de participantes, creándose así un nuevo foco atractivo para la metrópoli. Este nodo sociocultural se concibe como la gran rotura del tejido industrial entre las terminales multiusos de beato y poso do bispo. Además, gracias a su conexión previa, obtiene la totalidad de la comunicación de trasportes públicos hasta la fecha, comunicándose así con toda el área periurbana de la ciudad.

Como es de esperar, la gran magnitud de la edificación existente genera unas sombras específicas en diferentes horarios, por lo que el proyecto contempla la implantación de tres explanadas con usos diferenciados para las tres horas del día. Al conjunto de este diseño, se añaden una serie de topografías del terreno que oscilan desde la cota cero hasta los dos metros de altura. Una reminiscencia del paisaje marítimo expropiado, como propuesta a una inexorable anegación completa por la subida del mar.

El recorrido principal del edificio coincide con el de su uso previo: desde la cota 0 se accede directamente a la plataforma superior, en donde se circula horizontalmente hasta acabar descendiendo a los cuatro sectores intrasilos. Para el desarrollo de la creación y exhibición, se plantea una concepción estructural invertida, de tal manera que, tras el vaciado, se implanta un armazón estructural metálico de voladizos autocompensados en la cabeza de los silos, cuyo peso es apenas un tercio del contenido interior previo. La imposición de la estructura superior generará un esfuerzo de flexión por pandeo en las paredes exteriores de hormigón, que se soluciona por medio de unos anillos programáticos de acero que los confinen y rigidicen.

Por tanto, en la zona de creación, se establecen unos forjados de chapa colaborante apoyados sobre un emparrillado de cuatro vigas de sección variable, que descansan en un IPE 500 circular adherido a la pared del silo. Así, se genera una distribución homogénea de las cargas y a su vez permite la implantación de espacios pensados para el trabajo y la introspección de la idea, en donde la altura se concibe como el elemento fundamental del espacio.

En la cima del prosumidor, se halla la plataforma correspondiente a la exhibición, una planta diáfana, continúa y permeable en todo su perímetro. Al igual que en la cota 0, se plantea una topografía ondulante a 42 metros de altura en donde un total de 5 espacios principales se encuentran en las depresiones de este paisaje marino. La elaboración de un total de 11 cerchas estructurales de acero con correas de alma llena, conforman la base de la estructura espacial completa. Debido a la síntesis proyectual del espacio, se establecerán el mínimo de elementos verticales, que se concentrarán en los perfiles HEB de montantes y diagonales de las cerchas.

La interrelación entre los tres estratos se consigue gracias a los tiposilos, los cuales desempeñan una función clave en el correcto funcionamiento de las instalaciones del artefacto. El aljibe almacena la parte correspondiente del agua pluvial recogida en cubierta, para su uso de aguas grises y riegos. Desde ahí, el agua sobrante cae por rebosamiento mediante unas horadaciones en el hormigón hasta los estanques inferiores que desembocarán en el mar. El lucernario introduce luz natural por medio de espejos cóncavos, tanto a la plataforma superior como a los espacios interiores, generando así una visión de óculo cenital. Un total de 12 tiposilos verticales establecen las escaleras de evacuación descendente del edificio, así como la comunicación entre distintos espacios. Las instalaciones de agua y saneamiento se restringen a los silos húmedos, correspondientes a los aseos públicos circulares, distribuidos en los diferentes niveles. El tiposilo de ventilación renueva el aire introducido a las UTAs de climatización desde la base abierta de los silos hasta su extracción en la coronación del edificio.

Por último, la cubierta, con un único acceso, se entiende como un espacio exento de ruido, en donde se puedan vaticinar las proyecciones del interior por medio de los espacios bajo cubierta, destinados al almacenamiento de energía fotovoltaica. El exilio de los silos y su nueva transmutación es tan solo el principio, el proceso de la desindustrialización costera de Lisboa comienza aquí. No estoy seguro de cómo será de ahora en adelante, únicamente soy consciente de que, por fin, podemos tocar el agua.

 

Autor: David Hernández-Cornejo.
Ubicación: Lisboa, Portugal.
Universidad: ETSAM, Universidad Politécnica de Madrid.
Año: 2021