Frozen!,

Jan Álvarez+Mariona Roura

El trabajo muestra, a partir del elemento arquitectónico de “La Poua”, cómo se producía y se consumía el hielo antes de que el ser humano aprendiera a producirlo artificialmente.

Las neveras y los congeladores han colonizado todos los rincones de nuestra sociedad, llegando a los puntos más remotos y cálidos del mundo, creando una sociedad que desconoce la manera natural de producir hielo, obtener agua, cultivar, etc., y haciendo que esta esté desvinculada de su territorio. Por lo tanto, este trabajo pretende mostrar y poner en valor la manera en que tradicionalmente se había producido hielo en nuestra tierra.

Desde que el hombre descubrió que con el frío se podía conservar mejor la comida, ha ido perfeccionando sus técnicas de captación y producción de hielo para sacarle un mayor provecho a sus propiedades. Antiguamente, la producción de hielo estaba estrechamente vinculada con el clima y la morfología del territorio, y por ello en aquellas zonas que reunían las características óptimas para su producción y que estaban lo suficientemente cerca de las grandes ciudades para que el hielo no se fundiera en el transporte, proliferaron, durante la segunda mitad del siglo XVII, “las Poues”. Estas eran grandes construcciones circulares de piedra que servían para almacenar el hielo recogido de las heladas del invierno y, gracias a su inercia térmica y a la capacidad de expulsar el calor de su interior como hace una jarra, podían conservar este hielo durante todo el año.

En Barcelona, la zona que mejor cumplía con las características necesarias para la producción de hielo fue el altiplano del Moianès. Una zona de la cordillera prelitoral situada a una altura considerable que hacía que las heladas fueran frecuentes. Además, la no excesiva pendiente de sus umbrosos valles facilitaba la formación de hielo de manera natural. Así pues, Castellterçol y Moià se convirtieron en los puntos neurálgicos de una industria que llegó a ser muy importante en la comarca y en las localidades por donde cada noche pasaban las decenas de trajineros que llevaban el hielo en carros hacia la gran ciudad.

La industria del hielo fue ganando tanto peso que acabó cambiando para siempre la manera de conservar y consumir la comida, transformando para siempre los hábitos de consumo de la sociedad. Con el crecimiento de la demanda que esto conllevó y con la llegada de las máquinas de producción de hielo artificial, “las Poues” dejaron de ser necesarias. Se había logrado desvincular la producción de hielo del territorio. Y muestra de ello, es que actualmente resulta difícil concebir un mundo en el que la capacidad de producir frío por parte del ser humano deba estar vinculada al clima y al territorio.

 

Autores: Jan Álvarez+Mariona Roura.
Ubicación: Barcelona, España.
Universidad: Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès.
Año: 2023