Private/public house,

EX FIGURA

Un proyecto conceptual que ilustra los espacios de transición de lo más privado a lo más público.

Las necesidades más básicas de las personas requieren un equilibrio entre la interacción social y la afirmación individual. Toda su vida se construye sobre esa dualidad y, en consecuencia, el espacio doméstico manifiesta la convergencia de ambos en un mismo entorno. Siendo la base de cada persona en el mundo, encapsula la complejidad de la dinámica que impulsa a las personas a buscar su propia realidad privada mientras revela partes de ella al exterior. La palabra “privacidad” deriva del latín “privare”, que significa “privar”. Aplicada a una casa, la idea de privacidad era originalmente sinónimo de impedir que el exterior entrara. Era el espacio interior al que nadie invitaba ni permitía asomarse, el mundo cerrado, sin ventanas. Era la manifestación del lugar que pertenecía exclusivamente al habitante. La necesidad inherente de privacidad proviene del deseo de cada ser humano de rodearse de objetos personales que tienen un significado íntimo, de construir un entorno individualizado.

El teórico Christopher Alexander afirmó que nadie podría soportar la proximidad de otras personas si, al mismo tiempo, no pudiera tener la oportunidad de estar solo. Según él, cada casa debe incluir un espacio que pueda actuar como un refugio del exterior, un área que esté aislada del resto del mundo y cree la posibilidad de originar una versión única y alterna: el mundo del habitante. Solo en privado, las personas pueden exteriorizar lo que quieran, sin ningún filtro o limitación, pueden ser quienes realmente son. Pueden almacenar sus sueños, vivir sus fantasías y explorar sus propios límites internos. La privacidad se demuestra como un campo de pruebas de cómo las personas se van a revelar al exterior, permitiéndoles explorar qué aspectos personales expresarán afuera y capacitándolos para construir una identidad distintiva.

En el espacio doméstico, la psique se muestra principalmente a través de las elecciones que las personas toman con respecto al diseño y la decoración. Se rodean de todo tipo de objetos que los muestran como únicos, como fotos, pinturas, imágenes, juguetes, gadgets, premios, etc., fabricando una perspectiva particular de su propia identidad, que se sienten cómodos mostrando a los demás. La casa se encuentra en esta confrontación entre lo privado y lo público, entre la dimensión donde los pensamientos más íntimos pueden correr libremente mientras se restringen y moldean en una versión artesanal de uno mismo, cada vez que hay invitados o alguien del exterior puede ver el interior. Funciona como una caja fuerte personal donde se guarda una vida y en ocasiones se abre la tapa para revelar parte de su contenido. El interior cambia para siempre, siempre siendo manipulado por el habitante y siempre reorganizado cuando se permite la entrada del mundo exterior a través de una puerta, ventana o cámara.

Imaginar una transición entre ambos lados sin divisiones crearía un gradiente desde el entorno más privado hacia las facetas más públicas del habitante. Si las paredes de una casa así no crearan ningún tipo de separación física y estuvieran libres de cualquier cuadrícula superpuesta o diseño formal, entonces la transición hacia el exterior podría potenciar la manifestación de múltiples lados de la persona. Según lo cerca o lejos del interior, el nivel de privacidad también aumentaría o disminuiría. Luego, en cada región, dependiendo de la posición, se podrían colocar ciertos tipos de objetos y emergería un rostro específico de la persona, cada uno único y fiel al yo original. Inversamente, la privacidad resultaría de la superposición visual de los muros hacia el interior y la propia distancia hacia el exterior. Estas separaciones informales potenciarían la aparición de los aspectos más íntimos del habitante.

El espacio doméstico permitiría que la identidad se presente a través de varios prismas, varias perspectivas de la misma fuente, cada una de las cuales demuestra la complejidad del individuo. Desde cada punto de vista, la casa mostraría un espacio diferente, una toma de identidad distintiva. Recorrer el espacio doméstico sería similar a la experiencia de conocer a alguien, un largo proceso que nunca se completa y siempre tiene una nueva historia que contar. Sin la segregación de espacios domésticos por tipo de uso, la casa potencializaría a las personas a explorarse a sí mismas tan libremente como el propio plan. Sería una forma de potenciar el yo, de fortalecer el sentido de individualidad. Agregar más paredes o expandir su superficie conduciría a más puntos de vista, ad infinitum, agregando más sombras en el gradiente entre el interior y el exterior. No hay límites de expansión para la identidad de alguien: puede seguir creciendo, reinventándose a sí misma con el paso del tiempo. La transición entre lo privado y lo público queda indeterminada por la casa. Cada experiencia diaria agrega más contenido a la casa, la convierte en el mundo más personal del habitante.

En esta dualidad quedaría una pregunta sin resolver: ¿dónde acaba lo privado y empieza lo público?

Un problema que solo cada persona puede explorar y encontrar su propia respuesta única.

 

Autor: EX FIGURA (Francisco Silva+Barbara Stallone)
Sitio web: exfigura.com
Ubicación: Indefinido.
Año: 2022