Habitar la escalera,

Laura Bravo+Silvia Prujà

¿Se puede vivir en una escalera? Una escalera como forma de vida. Una escalera en todas las escalas. Una escalera que consiga unir a la gente a la vez que generar vida a su alrededor. Parecen ser contradictorios los términos comodidad y desnivel, pero en el proyecto se fusionan para crear un estilo de vida más interrelacionado y más humano.

¿A simple vista? Un castillo de cajas desordenadas y sin ritmo aparente abrazadas por un río de vegetación interior que asimila al conjunto a un oasis en medio de una cuidad frenética como lo es Barcelona. La realidad, pero, mucho más lejos de esta primera impresión, es una cascada controlada de habitáculos entrelazados entre sí que en sus intersticios crean espacios singulares de relación, de contemplación y de vida.

Distintos tipos de vivienda se encuentran dentro del proyecto, des de una vivienda creada por la intersección de dos cajas, hasta la unión de cuatro cajas. El modelo de vida dentro de ellas es uno particular; es convertir el desnivel en una experiencia positiva, es aprovechar la escalera como mueble multiuso creador de espacios dotados de condiciones íntimas y especiales, pero que inviten a la vida en grupo, actualmente denominado co-living. Esta sucesión de alturas dentro de la vivienda tiene la capacidad de conformar pequeños recovecos de privacidad, así como otros puntos rótula, puntos de comunidad y más fluencia donde se aprovecha la diferencia de altura para generar visiones cruzadas y momentos compartidos entre los habitantes.

Sin embargo, encontramos otra pieza, aun no citada, en este entramado de cubos, quizás más discreta, pero con una función fundamental para el conjunto: el dedo. Este consigue formalizar la unión del todo, será el espacio de reunión, el espacio comodín y articulador de vida. Será un nexo, un espacio corredor que rigidizará el enmarañado de cubículos gracias a esta conexión con la tierra firme. Por lo tanto, se convertirá en un soporte, no solo estructural, sino también un soporte de la vida, encargado de abastecer con espacios comunitarios polivalentes a los habitantes. Será donde verdaderamente nazcan los vínculos entre los habitantes, será la casa de todos.

No tan solo se busca la vida interior de los cubículos, sino también la exterior. Nos generan especial interés los vínculos entre exterior e interior, y estos se consiguen de distintas formas; a través de las aperturas en fachada y con la misma generación de terrazas en cascada. Por lo que hace a las aperturas, nos abrimos hacia el exterior en puntos singulares donde es necesaria la relación con el mundo exterior, son momentos llenos de intencionalidad. La ventana, por lo tanto, se convierte en una prótesis que enriquece el conjunto habitable, y de repente, el alfeizar pasa a ser un espacio más de la vivienda, uno capaz de crear sensaciones únicas de intimidad y reflexión. Las terrazas, casi como si de una extensión de la vivienda se trataran, fomentan el movimiento y la vida de puertas a fuera del cubo, extrapolables a lo que serían las calles; puntos de encuentro, de charla, de roce.

En un instante se entrelazan los dos conceptos. Se abren las puertas y los grandes ventanales hacia las terrazas y se desdibujan los límites. Ya no sabes si te encuentras en el interior o en el exterior, todo pasa a ser uno. Esta es, en pocas palabras, la magia de la escalera.

 

Autores: Laura Bravo+Silvia Prujà.
Ubicación: Barcelona, España.
Universidad: ETSAB.
Año: 2020